
Desde casas cómodas hasta mansiones, los valores varían entre US$2500 y US$20.000 para enero; si bien cayó la demanda y ya no se piden cifras desproporcionadas, hay familias que vuelven a elegir el verde para pasar sus vacaciones; expatriados que vienen al país para las fiestas, los perfiles más esperados por los propietarios.
La fiebre por alejarse del ruido provocó, en las últimas dos temporadas de verano, un boom en la demanda de los alquileres temporarios de propiedades en el verde, un refugio en medio de las restricciones por la pandemia. En 2023, el panorama se anticipa distinto: con todos los destinos ya liberados, no se pagarán cifras siderales para vacacionar en barrios cerrados, pero justamente por esa razón puede resultar una opción atractiva, sobre todo para algunas familias.
En 2020 y en 2021, los propietarios que se movieron rápido cerraron contratos de alquiler “al mejor postor” con alquileres que, en algunos casos, hasta triplicaron los valores que se pagaban antes de la irrupción del Covid-19. La pandemia marcó un punto de inflexión en la vida de las personas, que ahora eligen casi minuto a minuto cómo quieren disfrutar el presente. La conexión con la naturaleza se transformó en una prioridad.